martes, 23 de diciembre de 2014

La Nochebuena en el Jamilena de antaño


Comparto una parte de las memorias de D. Rafael Castellano Pérez, antiguo alcalde de Jamilena (1941-1954) y maestro nacional, en las cuales recogió cómo eran algunas tradiciones de Jamilena, muchas de ellas ya perdidas. Aprovechando las próximas fiestas navideñas, traigo a colación unas líneas de D. Rafael Castellano escribió sobre cómo se celebraba antaño la Nochebuena entre los vecinos de Jamilena.

LA NOCHIGÜENA (por D. Rafael Castellano Pérez)

Así la llamaban aquellas gentes sencillas. Era la Noche Buena. Fiesta encantadora y de todos. Nace el Niño Jesús. Que dulzura, que deleite, que embeleso. Después de cenar, todos a la calle. A cantar villancicos. Se formaban grupos o parrandas con los instrumentos más inverosímiles. Todos sonaban bien. Y las letras, ¡qué poetas las compondrían de manera tan sencilla!. Eran de todos, de la aceitunera que las ensayaba en el tajo, del artesano en su taller, de todos. El Niño, la Virgen, San José, los Pastores, la Luna, la Nieve, todo lo que se refería a tan grande y único acontecimiento. No faltaban los cuatro desgraciados que los adulteraban con coplas de mal gusto. Yo, como Maestro, en mi Escuela, procuré enseñar muchos villancicos populares para que hubiera repertorio, y mis nenes los enseñaran a su vez y no se perdiera el buen gusto, la tradición, y sobre todo el respeto a la Noche Buena. Y con la alegría de los cantos, y la añadida por las cuatro coplillas del momento, llegaba la Misa del Gallo. De momento, silencio, estábamos en la Iglesia, en la Casa del Señor, pero al llegar al Gloria, había una explosión de alegría, de cantos multitudinarios. Era la Iglesia el Portal de Belén, todos le cantábamos al Niño al son de nuestros instrumentos y del armonio que desde el coro repartía sus alegres notas. Y esto se repetía después de Alzar. Y luego mientras se besaba al Niño. Y felices aunque agotados, nos marchábamos a casa. Allí encontrábamos una lumbre de postín. Era que nuestros abuelos, o nuestros padres, habían echado una gran fogata con el “nochebueno”, un gran tronco de olivo guardado desde la corta del año anterior para tal fin. El piadoso fin de que, como decía la sin par y buena de mi abuela María Jesús, pudiera venir la Virgen de Belén a calentar los pañales del Niño. ¡Ellos que tanto miraban por la leña y por todo, y con qué alegría hacían semejante despilfarro!. Y ¡qué ternura invadía nuestros corazones y qué ilusión la nuestra al pensar que mientras dormíamos, llegará la Virgen a calentar los pañales del niño Jesús, del Niño Dios, del anunciado por los Ángeles como portador de la Paz en la tierra!.

Y a la mañana siguiente la Pascua de Navidad, qué ricos mantecados, roscos y alfajores habían preparado nuestras madres. Y ahora a la misa y fiesta solemne en la Iglesia. También sonaban los villancicos en el coro. Y como se estaba en plena recolección de la aceituna, se ganaba y había dinerillo, y alegría, y vida. Al llegar la noche, los bailes en los casinos, que bien se pasaba.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Jamilena a mediados del siglo XIX descrita por Madoz


Pascual Madoz (1806-1870) fue  un político español de nuestro turbado siglo XIX que fue diputado a cortes y ministro de Hacienda. Sin embargo, al margen de su intensa actividad política, fue autor y editor del Diccionario geográfico, estadístico e histórico de España y sus posesiones de ultramar (1845-1850). La importancia de esta obra, en la cual se van describiendo todos los pueblos y lugares del Reino de España, en relación con Jamilena está en que gracias a ella tenemos una visión aproximada acerca de cómo era el pueblo de Jamilena mediado el siglo XIX, además de constituir una fuente escrita básica para el conocimiento de la historia local. Pero cómo era ese Jamilena que Pascual Madoz nos describe:

       “Villa con ayuntamiento, en la provincia y Diocesis de Jaén (2 leguas) partido Judicial de Martos (1 legua). Audiencia territorial y capitania General de Granada; se halla situada al estremo occidental de la sierra de su propio nombre; en posición alegre, resguardada de los vientos del sur por varias montañas que por esta parte se elevan:

Disfruta de clima sano; se compone la población de 270 casas todas de un solo piso a escepción de 4, que forman varias calles y una plaza, aquellas, regularmente alineadas y bien empedradas, y esta pequeña y a un extremo de la población, en la que se encuentra la casa Consistorial, con su correspondiente departamento en el piso bajo para la cárcel, si bien una y otra en mal estado: Escuela de primeras letras concurrida por unos treinta niños, cuyo maestro lo es un vecino sin más dotación que las retribuciones de sus discipulos; Iglesia parroquial (la Natividad) servida por un cura párroco y un sacristán, nombrado el primero por el Consejo especial de las órdenes: hay tambien una fuente dentro de la población, que sirve de abrevadero para los ganados y lavadero; fuera se encuentra una hermita (la Virgen de la Estrella), en estado ruinoso, correspondiente a la parroquia de San Pedro de Torre Don Jimeno, y un caserio hacia el oeste que fué de los Minimos de la misma Población en cuya población hay un molino aceitero.

El termino confina por el Norte y Este con el de Torredelcampo (½) legua, Sur el de Martos (1 legua) y Oeste con Torre Don Jimeno (½); En su jurisdicción hay una fuente denominada del Alamo que sirve para el mismo objeto que la que hemos indicado en la (vease), y varios manatiales que unidos a los derrames de aquellos, proporcionan riego a algunas porciones de terreno, dando ademas movimiento a las ruedas de un molino aceitero, pasando despues a incorporarse al Guadalquivir mas abajo de Marmolejo. El terreno es todo de labor y desigual, a escepción de una pequeña parte de riscales y pedregal, incapaz de reducirse a cultivo; Esta plantado de olivar y viñedo; los caminos son de rueda, pero en mal estado, los que dirigen hasta la divisiónde los terminos de Martos, Torre Don Jimeno, y Torredelcampo, y los demás de herradura y vecinales; reciben la correspondencia de Torre Don Jimeno;. Productos: trigo, cevada, aceite, vino, garbanzos, habas, maiz, patatas y legumbres; cria poco ganado lanar y cabrino; la industria agrícola es la principal; ademas existen algunos telares de lienzos comunes, un molino harinero de una piedra, que muele a temporadas, y tres aceiteros dentro del pueblo, además del ya expresado; una fabrica de Jabon blando y tres tiendas de abaceria; población 376 vecinos, 1.427 almas. Capital.

Productos. 1.966,359 rs. Id. Imponible: 82,487. Contribución: 27,529. El presupuesto municipal asciende a 7,000 rs. que se cubren parte con productos de propios, y el resto por reparto vecinal”.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Un soldado jamilenudo asesinado por los franceses tras la batalla de Somosierra (1808)

Napoleón Bonaparte
La batalla de Somosierra tiene su importancia porque fue la única en la que el propio Napoleón intervino en su dirección. Increíblemente, debido al desorden que se produjo entre las tropas del general Benito San Juan y la posterior muerte de este jefe a manos de sus propios soldados, no existe ningún parte oficial español del combate de Somosierra. Las versiones historiadas proceden de fuentes francesas y polacas, más precisas que las francesas, por su intervención directa en el combate y pasar a la posteridad, al haber sido éstos los artífices de la derrota española. El valor de los polacos fue demostrado hasta la saciedad en las pocas intervenciones que tuvieron en España, especialmente en Somosierra y en el primer sitio de Zaragoza. La única referencia oficial aparece en la Gazeta de Madrid el 11 de diciembre de 1808, mediante una carta dirigida del general Tomás de Morla, su gobernador militar, a la Suprema Junta Central, refiriendo éste que se le “encargó atendiese a la defensa de Madrid y de los puertos de Guadarrama, Fuenfria, Navacerrada y Somosierra. Considerando éste más expuesto, envié casi todas las tropas que pude recolectar para su defensa al cargo del acreditado D. Benito San Juan. Pero las numerosas tropas con que el Emperador las cargó, las envolvieron y dispersaron”.

Con el fin de evitar la toma de Madrid y frenar a Napoleón, se envía a Somosierra una fuerza de unos 12.000 hombres, al mando del general San Juan. Entre las Unidades militares destacadas se encuentra el Regimiento Provincial de Jaén (que al igual que otros provinciales, se levantó por recluta tras la batalla de Bailen) al mando del teniente coronel Fermín Pérez. Cerca de Somosierra se hallaban las tropas del Primer Cuerpo de Ejército mandado por el mariscal Victor. Desde Somosierra, el general San Juan empezó a destacar guarniciones a otros sitios con el fin de evitar que los franceses se apoderasen de los lugares por los que podían pasar a Madrid. Dos batallones del Regimiento de Jaén fueron destacados a Sepúlveda. A las seis de la mañana del día 28 de noviembre, Napoleón ordenó el ataque de la guarnición de Sepúlveda, iniciándose la primera parte de la batalla de Somosierra.

Para los historiadores galos Sepúlveda no pasó de ser una mera escaramuza, opinión contraria a las fuentes polacas, como la del Coronel Rembowski, quien señala en su obra Historia del regimiento de caballos ligeros de la Guardia de Napoleón I (Varsovia, 1899) que la acción de Sepúlveda fue un ataque en toda regla con importante despliegue militar en torno a una plaza que se pretendía asediar y tomar. Sepúlveda puede considerarse como un éxito de las armas españolas, sobre todo por sus consecuencias a gran escala. Napoleón comprende que los españoles están dispuestos a defender la sierra, no quiere arriesgar un fracaso y decide perder un día en reagrupar sus tropas para jugar sobre seguro. Este es el verdadero resultado de la acción de Sepúlveda, donde participaron un buen número de vecinos de Martos.

Tras cuatro horas de combate, los españoles rechazaron el ataque, quedando muy maltrechos. Los Regimientos Montesa y Alcántara perdieron 4 oficiales y 60 soldados. Los dos batallones del Regimiento Provincial de Jaén se distinguieron bravamente en su defensa, perdiendo varios hombres, algunos de los cuales quedaron prisioneros de los franceses. Nuestro protagonista, Miguel de Ocaña, estaba herido entre ellos. Aprovechando la noche y previendo un nuevo ataque al día siguiente, el resto de los hombres se encaminaron, unos a Segovia y otros a Somosierra, donde llegaron al día siguiente, pasando a formar parte de la defensa del puerto. A pesar de las ya escasas fuerzas del general San Juan, éste se opuso al avance de la infantería francesa, infligiendo graves pérdidas en su avance. El día 30 de noviembre Napoleón no podía esperar ya tanto retraso en el avance sobre Madrid, impacientado por la resistencia española, se dirigió a sus polacos, dándoles gritó la orden de carga: ¡Polacos, capturadme esos cañones! Esa era la orden tan ansiada por la caballería polaca. Sin entrar en profundidad en esta lucha, sí cabe decir que la intervención de la caballería polaca, a pesar de que fueron muertos la mitad de sus efectivos, fue decisiva; la defensa española fue derrotada y el camino a Madrid quedó expedito.

Lienzo sobre la Batalla de Somosierra.
El número total de bajas españolas no se conoce con exactitud, aunque podríamos estimar que están documentadas unas 300, contando con la acción de Sepúlveda. Los prisioneros se estimaron en unos centenares, si bien su número ascendió en días sucesivos a varios millares. El general San Juan, a pesar de recibir dos grandes heridas de sable en la cabeza, intentaba organizar a sus tropas, pero ya nadie le escuchaba. A la vista de la inutilidad de sus esfuerzos, escapó a Segovia. Durante varios días los pueblos de los alrededores y Madrid fueron recibiendo aquel rosario de soldados evadidos de Somosierra. Madrid, ante el aviso de la llegada de los franceses, quiso emular a Zaragoza en su defensa. El marqués de Perales, su alcalde, ante la presión del populacho, mandó distribuir armas entre la gente. Una pésima distribución de la cartuchería, entre la que se incluyó la de instrucción, que estaba rellena de arena en vez de pólvora, provocó la ira de los madrileños, quienes mataron al regidor de Madrid, desvaneciéndose la defensa. Napoleón entró en Chamartín el 4 de diciembre de 1808. En circunstancias distintas, el general San Juan fue muerto a manos de sus soldados el 7 de diciembre, cuando llegado a Talavera de la Reina trató de apaciguar los ánimos entre sus soldados derrotados. Fue colgado de los pies en un árbol, acribillado por sus soldados e incluso apedreado.

En octubre de 1829, después de casi 21 años de lo ocurrido en Somosierra, empezaba a tramitarse el expediente matrimonial de Antonio Santos Estrella Liébana y Juana Vela Garrido, vecinos de Jamilena y viudos. No obstante, la viudez de ésta no estaba clara debido a que su anterior esposo había fallecido en la guerra y no contaba con un documento que certificase la muerte del mismo. Juana Vela había contraído matrimonio en la iglesia de Jamilena el 8 de agosto de 1808 con Francisco González Damas; pero parece ser que el matrimonio fue muy efímero, puesto que al poco tiempo de contraer matrimonio Francisco González fue movilizado en el Regimiento Jaén. Regimiento que durante la batalla de Somosierra formó parte de la vanguardia española.

Según declaraba Pedro Garrido, vecino de Jamilena y compañero de armas del citado Francisco González, éste “poco despues del ataque de Somosierra calló este enfermo de gravedad, por lo que tubo que pasar á el hospital Real de Bueytrago, donde lo vió el declarante distintas veces, y en las ultimas sin esperanzas de vida”. Proseguía el testigo diciendo que estando Francisco González todavía grave no pudo salir del hospital de Buitrago, más si cabe cuando el mismo fue tomado por las tropas francesas. Según Pedro Garrido, durante la toma de dicho hospital por los franceses, éstos se dedicaron a degollar a todo enfermo o persona que encontraron a su paso. Afirmaba que el citado González había muerto durante el cruento hecho del hospital ya que “no pareció ál regimiento ninguno de los enfermos que en el (hospital) quedaron”.

Haciendo un poco de historia hay que decir que en la noche siguiente a la Batalla de Somosierra, Buitrago se convirtió en el Cuartel General de los franceses, llegando a dormir Napoleón en dicha villa. Villa cuya importancia estratégica radicaba en su ubicación geográfica, al estar situada en el camino real que desde Bayona conducía hasta Madrid. Buitrago era, por tanto, un nudo de comunicación que tuvo que ser controlado por las tropas napoleónicas para así poder asegurar su avance hacia Madrid.

Buitrago de Lozoya (Madrid)
Gracias a las fuentes históricas, sabemos que las tropas francesas ejercieron un férreo control y violencia sobe los habitantes de Buitrago. Éstos últimos fueron víctimas del comportamiento irreflexivo de los oficiales y la tropa francesa establecida en Buitrago. Entre esos desmanes podemos citar, por ejemplo, el derribo de ciento veinte casas con el pretexto de construir una segunda muralla defensiva, el corte el agua de la fuente pública para hacer chimeneas para los arcabuces de los soldados, o varias actuaciones más como las citadas que provocaron la muerte de muchos vecinos. Junto a estos desmanes hay que añadir el asalto que los franceses realizaron al Hospital de San Salvador, fundado por el Marqués de Santillana, realizando grandes destrozos, quemando la documentación y degollando a todos los enfermos del mismo, entre los que se encontraban varios soldados heridos en Somosierra.

Siguiendo con nuestro protagonista de Jamilena, hay que decir que la versión de los hechos declarada por el testigo Pedro Garrido, fue corroborada por otros testigos también vecinos y compañeros de armas del finado. Por tanto, a pesar de que la enfermedad sufrida por Francisco González tarde o temprano le llevaría a la muerte, el azar hizo que fueran los franceses los que le adelantaron su fin degollándolo.

Por último, una vez expuestos los testimonios de los testigos, que confirmaban la muerte de Francisco González en el hospital Buitrago, desde el Obispado de Jaén se reconocía a la jamilenuda Juana Vela como viuda. Con ello se solucionaba el único inconveniente que impedía contraer matrimonio a Antonio Santos Estrella con Juana Vela, quienes finalmente contrajeron matrimonio.


Fragmento de un artículo de Juan Barba Lagomzzini y José Carlos Gutiérrez Pérez publicado en el nº 21 de la revista “Códice”. http://www.revistacodice.es/indices/21_codice.pdf