miércoles, 5 de noviembre de 2014

Un suceso criminal en Jamilena al finales del siglo del Quijote

El siglo XVII supone para la España de los Austrias el inicio de la decadencia de su poderoso Imperio. Sin embargo, esa decadencia económica y política en su mayor parte, no se aprecia en el campo de las artes y de la cultura, al contrario. Este siglo, llamado el ‘Siglo de Oro’, supuso para la literatura, la pintura y demás artes, uno de los más brillantes periodos de creatividad y esplendor en España.

En el ámbito de las letras, en los primeros años de este siglo verá la luz la obra cimera de la literatura en lengua castellana, El ingenioso hidalgo don Quixote de la Mancha, de la cual este año 2005 celebramos el IVº Centenario de su primera publicación. Esta novela, escrita por Miguel de Cervantes Saavedra, representa todo un prodigio de creación expresiva. En ella se narran de una forma paródica las locuras de Alonso Quijano, un vetusto hidalgo manchego que, habiendo perdido la razón por leer libros de caballería, decide imitar a los héroes de dichos libros. Esta novela se publicó en dos partes, concretamente, la primera parte en 1605 y la segunda en 1615.

Esa situación de crisis, de la que hablábamos al principio, también se reflejará en el Lugar de Jamilena (así llamado desde la época medieval a la contemporánea), donde la etapa moderna estará marcada por una cansina rutina caracterizada por una difícil existencia rural acentuada por la subsistencia, y en la que el paso del tiempo y la percepción de los cambios acaecidos en el lugar apenas si se llegaban a notar (CRUZ ARTACHO, 1998). Sin embargo, hay que tener en cuenta que el siglo XVII es todavía uno de los siglos sobre los que menos datos históricos se tienen hasta ahora en relación a Jamilena. Por otro lado, este siglo es rico respecto a sucesos curiosos. De hecho sabemos que en mayo de 1677 fue cuando Juan Cárdenas, un humilde vecino de Jamilena, compró a un forastero el milagroso cuadro de Ntro. Padre Jesús Nazareno (CIBERA Y PÉREZ, 1871); de igual modo fue también el siglo en el cual sucedió el oscuro episodio de Isabel de Moya, vecina de Jamilena acusada de hechicería por el Tribunal de la Inquisición.

Pero esa falta de datos sobre nuestra historia puede ser rellenada a partir del interés que los propios vecinos y jóvenes de Jamilena muestren hacia su historia, ya que este antiguo pueblo tiene todavía una amplia historia por buscar, contar y mostrar. La historia criminal de Jamilena es uno de esos aspectos que a pesar de su desconocimiento e interés por no faltarle, no le faltan casos criminales, truculentos y episodios dramáticos, que en su mayoría esperan ser extraídos de los archivos.

Como reza el título de este artículo, hablaremos sobre uno de los muchos sucesos criminales que se han dado a lo largo de la historia de Jamilena, y que en el caso que nos ocupa se dio a finales del siglo en que se publicó el Quijote. Dicho hecho criminal y curioso, a la vez, acaeció en el lugar Jamilena allá por el mes de marzo de 1687.

Durante el mes de marzo de ese año los casi cuatrocientos vecinos de Jamilena se encontraban en un tiempo en el que se celebraba la pasión y muerte de Cristo, que, sin lugar a dudas, sería para la gran mayoría de ellos un tiempo de recogimiento y oración en su vida cristiana. Sin embargo, la noche del día 22 de marzo se dio un fatal encuentro para uno de sus vecinos, que posteriormente dio lugar a un desagradable incidente. Así, siendo las diez de la noche de ese día 22, el alcalde de Jamilena, don Cristóbal de Anguita, se encontraba, como de costumbre, rondando las calles de la pequeña aldea que entonces era Jamilena. A su llegada a las cuatro esquinas de repente se encontró con Francisco Damas, un pastor vecino de Torredonjimeno. La sorpresa del alcalde al ver la figura del pastor parada y a deshora, aumentó cuando observó que el susodicho pastor llevaba una espada desnuda y un cuchillo, ambas armas consideradas prohibidas. Ante la tensa situación el alcalde logró finalmente arrebatarle las armas e intentó llevárselo preso, pese a la resistencia que el pastor tosiriano mostraba y a las continuas amenazas que lanzaba. Sin embargo, la empeñada resistencia que mostró Francisco Damas hizo que éste huyera y se librase de ser encarcelado. 

A pesar de todo esto, lo peor estaba todavía por suceder. El 24 de marzo, dos días después de lo sucedido en las cuatro esquinas, Cristóbal de Anguita, se encontraba trabajando en una viña que poseía en el lugar conocido como la Veguilla. A las once de la mañana, mientras realizaba sus faenas agrícolas, casualidades de la vida, vio llegar a Francisco Damas guardando una camada de ovejas. Al percatarse el pastor de la presencia del alcalde de Jamilena se dirigió hacía él. Aprovechando la oportunidad el alcalde, a su vez, intentó apresarlo nuevamente, pero en el instante en que iba a hacerlo Francisco comenzó a propinarle diferentes golpes en un brazo con un palo o callao que llevaba.

Sucedido esto el alcalde presentó una denuncia contra el pastor en Martos. De este modo, la causa hizo que se despacharan diferentes juicios ante la justicia de S.M. y el Consejo de Órdenes, en los cuales y tras haber hecho diferentes consultas y escuchado a ambas partes se declaró culpable a Francisco Damas, decidiendo que fuese apresado en la cárcel de Los Villares. En dicha cárcel pasó muchos días, hasta que venció la competencia de dicha cárcel, tras lo cual fue trasladado el reo a la cárcel real de Torredonjimeno acompañado de unos guardas y una necesaria custodia. Durante su dilatado encarcelamiento en Torredonjimeno sufrió varias penalidades, a las que se unía lo costoso de salir de allí.

Pero todo ello no quedó ahí. El 27 de diciembre de 1687 don Cristóbal de Anguita, alcalde de Jamilena, comparecía ante el escribano de Torredonjimeno, don Fernando de León y Toledo, exponiendo todo lo que anteriormente hemos relatado. Sin embargo, la razón por la cual comparecía el alcalde de Jamilena se debía a que, en un acto de compasión cristiana y en vista de la mala situación del preso, perdonaba a este último. Por tanto, quitaba la causa criminal por heridas, malos tratos y ofensas por la que había denunciado a Francisco Damas. Así, sin ser amenazado por nadie, solicitaba que el reo fuese soltado (A.H.P.J. Leg. 10306, a. 1687, fol. 775).

Finalmente, el 30 de diciembre de ese mismo año don Francisco Damas, pastor de Torredonjimeno y preso en la cárcel de dicha villa, otorgaba un poder a favor de don Andrés Ortega, procurador de Torredonjimeno, con el fin de que éste último lo defendiese en los pleitos que tuviese, una vez perdonado por su víctima (A.H.P.J. Leg. 10306, a. 1687, fol. 776). Puesto que a partir de aquí no ha aparecido más documentación al respecto, es de suponer que el buen acto el alcalde de Jamilena supuso para Francisco Damas la vuelta a la libertad.


(Publicado en: “Programa Oficial de Fiestas de Ntro. Padre Jesús 2005”. Excmo. Ayuntamiento de Jamilena. Jamilena, septiembre 2005; pp. 35-38)

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